Por una noche, Profética pudo volver el tiempo cuarenta años atrás y regresar a 1968. Con motivo del próximo aniversario de los movimientos estudiantiles y la matanza de Tlatelolco ocurridos aquel año, el grupo "Brigada '68" organizó en Profética, Casa de la lectura una peña sesentera.
A pesar de que esa noche jugaba el Puebla contra el Veracruz (un partido que, en las condiciones actuales, era decisivo), poco más de cien personas se reunieron en Profética. He de reconocer que ante la fiebre futbolera, estaba bastante excéptico de que pudiéramos juntar la gente suficiente para revivir el '68. Pero estaba equivocado.
Aunque la cita era a las 21 horas, la gente comenzó a llenar el patio desde una hora antes. Nueve en punto, Armando Domínguez, de "Brigada '68" tomó el micrófono y dio a conocer los motivos de este concierto: "Estamos a punto de cumplir cuarenta años de nuestra lucha, y por eso, ahora tenemos que estar más juntos, recordar mejor por qué luchábamos en ese entonces".
Poco más de cien personas llenaron el patio de Profética
Acto seguido, Carlos Arellano inició su repertorio. "Todo te puede pasar", "No me hagas caso" y "Nada en su sitio" fueron algunas de las canciones con las que Arellano fue preparando al público para lo que se venía. Mientras cantaba, imágenes del documental "El grito", referido a los movimientos estudiantiles del '68, se proyectaban en la pared.
Carlos Arellano
Jorge Basaldúa fue el siguiente. He de confesar que comenzaba a sentirme bastante ignorante en comparación del resto de los asistentes, que entonaban una y cada una de las canciones, si acaso yo conocía algunas por mi padre o por cultura general. Del repertorio de Basaldúa ("Llegó con 3 heridas", "La planta 14", "Son de soldado" y "Pido la paz y la palabra"), me sentí conocedor cuando llegó a sus dos últimas "Aquellas pequeñas cosas" y "Cantares" de Joan Manuel Serrat.
Cuando realmente se armó la Peña en forma, fue cuando Diego Rosas pasó al escenario. Y digo "en forma", pues tras cantar "Playa Girón", "Los ejes de mi carreta", "Te perdono" y el "Sapo Cancionero" (en esta última el público lo ovacionó), invitó a Eloy Espinoza a cantar "Pequeña serenata diurna". El concierto fue agarrando más forma aún cuando Alfonso Hernández y Alejandro García se adicionaron con la Kena y el Charango respectivamente.
De izq. a der. Diego Rosas, Eloy Espinoza, Alfonso Hernández y Alejandro García
Ya integrados en quinteto, tocaron "La Cigarra", una versión en kena de "Alfonsina y el mar", "La fiesta de la tirana", "La muralla"; uno de los puntos más interesantes de la noche, fue cuando entonaron un canto arará de Cuba, hecho exclusivamente con las voces. La participación de Diego Rosas y compañía, terminó con el tema "Charanguito", en el que invitaron a cantar también a Jorge Basaldúa, Carlos Arellano y Manuel Cano.
Tras una fuerte ovación por parte del público, Armando Domínguez volvió al micrófono. "Aprovechando las imágenes que vemos proyectadas, quiero recordarles qué era lo que estábamos pasando en ese entonces", comenzó. "Vivíamos un enorme desconcierto, pero a la vez, un gran deseo de libertad; el mundo cambiaba y poco tomaba en cuenta a los jóvenes". Concluyó que el movimiento del '68 era "un cambio necesario y que no era entendido", y que lo que los estudiantes proponían era una "nueva forma de pensamiento".
Con esto, dio paso al último de los músicos: Manuel Cano, quién cantó poemas de Jaime Sabines. Dedicó especialmente "La poesía es un arma cargada de futuro" de Gabriel Celaya a Julio Glockner.
Manuel Cano
Fue con esta última canción, que la noche cobró bastante sentido: la trova, el guayno, los cantos arará, todos de alguna manera son formas de poesía, y si en el '68 los veían como armas cargadas de futuro, creo que hoy necesitamos de nuevo esas armas para luchar.
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