viernes, 23 de abril de 2004

Día del libro en Profética: "Bosque no cesa, Voz que no cesa"


Trueque de libros en el patio de Profética, Casa de la Lectura

José Luis Ibarra Mazari


Beatriz Meyer
Roberto Martínez Garcilazo

Yussel Dardón y Guillermo Carrera en el intercambio de libros

martes, 6 de abril de 2004

Egoteca, Paco Ignacio Taibo I

En una de las librerías más bellas y atractivas del mundo que se encuentra en la ciudad de Puebla, en México, y que lleva por nombre "Profética" compré, por segunda vez, el libro titulado Recetario del maíz.
La primera vez el prólogo estaba escrito por María Esther Echeverría y Luz Elena Arroyo. Esta edición que tengo en mis manos tiene un prólogo larguísimo de Guadalupe Pérez San Vicente.
Ella se murió, pero a mí me basta con leer sus sensatos y amorosos conocimientos para revirarla y tenerla todavía junto a mí como tantas veces durante una vida que compartimos con una amistad de ida y vuelta.
Guadalupe pensaba que su Dios, que está en todas partes, está también dentro del maíz.
Y miles de generaciones de aztecas pensaron lo mismo que Guadalupe tal y como se lee en este libro de 437 páginas.
Yo que soy un descreído, lo que me aseguraba severos regaños de Guadalupe, acierto, de cuando en cuando, a entender a la deidad del maíz.
Sé, por cierto, que el dios del maíz adquiere singulares nombres apenas si va cambiando de fórmula gastronómica a vocabulario maya o zapoteco.
No me atrevo a decir que conozco todas las maneras de guisar el maíz, pero sí conozco algunas de ellas que tienen nombres singulares, por ejemplo...
Papatzules Tamales de ceniza Garapaches de sal Tlacoyos rellenos de chicharrón Ahogaperros Atole Champurrado Uchepos de leche.
Y aún me quedan nombres que dejarían con la boca abierta a un viejo castellano o incluso a un vasco acostumbrado a sus propios e insondables nombres.
Guadalupe pensaba que Dios, que es un ser inconmensurable, cabe en un grano de maíz y me decía, convincente, "en esto reside la grandeza de lo insignificante".
Si usted lector y amigo mío quiere penetrar en algunos de los muchos idiomas mexicanos deberá predisponerse para nombres tales como los que más arriba mencioné o como los que mencionaré ahora...
Atole malarrabia; un personaje que debió ser hombre de mal genio inventó este atole que se hace poniendo al fuego dos litros de agua con piloncillo, canela, masa de maíz, cuando esté bien cocida la masa se le agregan plátanos fritos en manteca, se deja hervir y se sirve.
Chalupas charras, y también son dignas de tener en cuenta las Chalupitas ricachonas, que sin duda inventó un cura glotón recién llegado a Veracruz.
Y con esto no termino el libro de cocina que en estos días me sirve de diversión constante y también para resucitar a una amiga mía que tuvo la mala idea de morir.

viernes, 2 de abril de 2004

Homenaje a Juan García Ponce: "Pornografía y misticismo: la errancia sin fin de García Ponce"

"Pornografía y misticismo: la errancia sin fin de García Ponce"

Homenaje a Juan García Ponce.

Comentan: José Antonio Lugo, Magda Díaz y Frank Loveland.

Viernes 2 de abril, 19:00 horas.


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