Una lectura de la Divina Comedia, desde la psicología de la Gestalt
El viaje del alma según Dante
Iris García Cuevas
El viaje del alma según Dante
Iris García Cuevas
El psicoterapeuta Chileno Claudio Naranjo, creador del programa SAT ( Seekers Alter Truth ), estuvo en Puebla para impartir cursos de capacitación para instructores de este programa y la conferencia “El viaje del alma según Dante”, en la que estableció un paralelismo entre el descenso de Alighieri a los infiernos y su posterior paso por el purgatorio y el cielo con el “viaje interior” del individuo.
Estuvo acompañado en esta conferencia por Gianni Capitáni, gestalt counsellor (terapeuta gestálico) y coordinador del instituto Fénix, quien leyo algunos de los versos de La Divina Comedia en italiano para que los presentes “pudieran apreciar su musicalidad”.
Al inicio de la charla, Naranjo recordó los primeros versos de La Divina Comedia: “A la mitad del camino de la vida me encontré en una selva oscura”, y el deseo de Dante, en medio de la oscuridad, es escalar un monte para encontrar la luz; “quiere subir, pero una bestia se lo impide; es una pantera que representa la sensualidad, el pecado original, la concupiscencia; después un león que es la bestialidad, la violencia; la tercera bestia es una loba que significa la malicia”
Para Naranjo, las bestias con las que Dante se enfrenta antes de iniciar su viaje son “un simbolismo visual de lo que será el infierno y de la visión Aristotélica del pecado, entendido como el desorden de los apetitos; después de este encuentro aparece Virgilio, que en el simbolismo de Dante es la luz de la inteligencia”.
La indicación de Virgilio es que para llegar arriba “hay que dar un rodeo, un rodeo que lo lleva al centro de sí mismo”, esto es una metáfora de la necesidad de “entrar en la conciencia del pecado”, interpretado desde la psicología de la Gestalt, como el enfrentamiento directo con los propios medios.
Sobre las palabras que de acuerdo a la obra de Alighieri están inscritas en la entrada del infierno, “abandona toda esperanza tú que entras”, el autor de Autoconocimiento transformador, dijo que “el infierno consiste en la desesperanza” y este viaje por el infierno “se puede entender como el recorrido del mundo interior de cada uno”.
“Descendiendo por este cono, (Dante) se encuentra con Lucifer, que está atrapado en el infierno más profundo; y el infierno más profundo es de hielo; es el desamor.”
Tal como en la psicología de la Gestalt, aunque no lo dijo de forma directa, Naranjo encuentra en la geografía de Dante “que se sale de las cosas entrando en ellas”, puesto que para llegar al purgatorio y después al cielo fue necesario pasar por el fondo del infierno y seguir por ahí sin desviarse “de la misma forma que adentrándose en un bosque oscuro termina por encontrarse la luz del otro lado”.
El psicoterapeuta, también reconocido como uno de los pioneros de la psicología transpersonal, señaló que no se detendría en el análisis del infierno porque “cada uno lo reconoce dentro de sí en esta época Freudiana” aunque “el pecado se llame ahora enfermedad”, eliminando la responsabilidad del individuo porque “del pecado somos responsables y de la enfermedad son culpables los otros, las circunstancias, la suerte”.
La diferencia de los círculos del infierno y los purgatorios es que estos últimos “no son círculos cerrados, tienen un sentido del progreso”; y aunque se trata de los mismos pecados estos tienen un menor arraigo en el alma y el sufrimiento por las faltas “es una expiación y eso lo hace purificador”.
El también autor del libro Entre meditación y psicoterapia, aseguró que en Dante “había una noción de que la perfección del amor humano podría llevar a lo divino” al colocar a Beatriz como guía en el paraíso y señalo que al llegar al cielo el viajero “ve cosas poco felices como la corrupción de la iglesia”, eso simboliza “cómo la persona que llega a una armonía interior empieza a ver cómo están las cosas en el mundo, empieza a ver las cosas de una manera mas trágica”.
En el cielo cada uno de los pecados capitales tiene un paralelo con una virtud, “es una transmutación de energías”, aseguró Naranjo, en la que el hombre domina sus apetitos, simbolizados por las bestias encontradas por Dante al principio del camino.
Después del cielo hay una nueva etapa, el Empiro, el mundo de fuego, donde encuentra al final tres círculos de colores como alusión al misterio de la trinidad “y en el tercero Dante reconoce nuestra efigie; si no hubiera sido una época hubiera dicho que se vio a sí mismo”, asegura Naranjo
Este tema forma parte del libro Cantos del despertar, donde Naranjo estudia el mito del héroe en los grandes poemas de occidente, como la Iliada y la Odisea de Homero, además de La Divina Comedia de Dante Alighieri.
Cuestionado al finalizar la conferencia sobre la importancia de esta lectura de Dante en la época actual dijo que “todo el mundo tiene su infierno y su purgatorio, todo el mundo tiene el potencial de una transformación. Como la metamorfosis de los insectos, como las mariposas que tienen la posibilidad de pasar de la larva a una existencia que parece muerta para el mundo pero de allí sale una nueva vida con posibilidades de volar, de más colores, tenemos la posibilidad de una existencia más alta después de un infierno”.
Y retomando la idea de la psicología de la Gestalt sobre el enfrentamiento de los miedo para la toma de consciencia aseguro que el ser humano está preparado “para encontrar a Dios dentro de nosotros mismos, para encontrar lo divino, para encontrar que el fondo de la consciencia es más que humano, que lo que estamos buscando lo tenemos dentro”.
Claudio Naranjo es también autor del libro Cambiar la educación para cambiar el mundo y su programa SAT, que también puede ser interpretado como la palabra en sánscrito que significa ser, fue aceptado por el ministerio de educación en Cataluña como parte de la formación íntegra de los profesores.
En México los cursos y talleres de este programa se han impartido en el Distrito Federal y en Chiapas; en esta ciudad, el programa esta a cargo de la universidad de las Américas.
* Nota aparecida en el periódico La Jornada de Oriente el 8 de abril de 2005 y escrita por Oros García Cuevas
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